NUESTRO ORIGEN

El origen de nuestra historia y legado familiar nace con el ímpetu y espíritu emprendedor de nuestros fundadores, padres y abuelos, José Antonio Ortiz Contreras y Aura Luz de Ortiz, quienes entregaron corazón y vida al desarrollo del Petén a través del servicio y la atención de arqueólogos, turistas, políticos y visitantes interesados en conocer el vasto y enigmático mundo Maya.

De padre español y madre beliceña, el patriarca José Antonio Ortiz nació en el campamento Iberia, a orillas del Río la Pasión, en el año 1925.  Su infancia humilde le llevó, junto a su hermano José Francisco Ortiz, a emprender el negocio de extracción y venta de chicle a la edad de 13 años.

Ocho años más tarde, Don José Antonio era ya un negociante establecido en el área de Uaxactún, Petén.   Dedicado al negocio del chicle, muy en boga en aquellos años del siglo XX, momento en el que la compañía norteamericana Wrigley´s extraía materia prima para dicha industria, convirtiendo al sector en una plataforma comercial importante para el país.

Por su vasto conocimiento de la selva, su experiencia en la administración del recurso humano y su encantadora personalidad,  Don José Antonio pudo iniciar un nuevo negocio que lo llevaría a ser parte de la historia del país, a través de su participación en la exploración de Sitio Arqueológico Tikal.

Nuestro fundador inició una serie de expediciones desde Uaxactún hacia Tikal, coordinando la logística, guía y acompañamiento de arqueólogos y turistas interesados en conocer la ciudad milenaria.   Esta dinámica le llevaría a relacionarse con personas tan importantes como el arqueólogo norteamericano William Shook, encargado de la exploración de Tikal por parte de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos.

HITOS HISTÓRICOS

1944 – Don José Antonio y su hermano José Francisco, llevaron a cabo una expedición hacia Tikal, acompañando a un arqueólogo del Instituto Carnegie de Washington, Estados Unidos.  Quién estaba a cargo de la exploración del sitio arqueológico Uaxactún, muy importante en aquel momento.   En dicha expedición, les acompañaba un grupo de periodistas, quienes tenían la misión de reportar sobre la exploración de la mística ciudad Maya Tikal, inexplorada hasta ese momento.

Acampar en un espacio inhóspito como el Tikal de aquel entonces, fue una hazaña para el grupo de exploradores, especialmente por las características básicas del sitio, como la ausencia de agua potable y una invasión de mosquitos.

Cuenta la historia que la primera noche acamparon en lo que se conoce actualmente como la Plaza Central, pero tuvieron que buscar un espacio con mejores condiciones para poder quedarse varios días más. Don José Antonio y su equipo lograron solucionar el abastecimiento de agua en los alrededores del sitio, encontrando además un lugar bastante cómodo para mudar el campamento, el sitio en donde se encuentra actualmente el Hotel Jungle Lodge.

1945 – Una famosa fotografía que acompaña esta historia, sirve de memoria de la relación de Don José Antonio Ortiz con aquellos arqueólogos que tuvieron a su cargo la exploración e investigación de Tikal.  En la imagen aparecen Don José Antonio, su hermano Don José Francisco y el arqueólogo norteamericano Edwin Shook, quienes posan al lado de las escalinatas del Templo V, en el primer viaje de exploración del arqueólogo a dicha ciudad, acompañado por el equipo del Señor Ortiz.

La relación profesional y de amistad con el Señor Shook se consolidó inmediatamente, generando una historia de descubrimientos, desarrollo del área y sobre todo del rescate de uno de los tesoros culturales de la humanidad.

Cabe mencionar que durante el mismo, y como parte del trabajo desarrollado en el campamento de exploración de Tikal, el Señor Shook y Don José Antonio, inician las labores de gestión para la construcción de una pista de aterrizaje para visitantes del lugar.

1951 – 1952 – Por su conocimiento del área, es el Señor Ortiz quien recomienda el terreno para la creación de dicha pista, participando también en la construcción del proyecto. Una iniciativa que facilitaría la llegada no solamente de arqueólogos y diplomáticos internacionales, si no del público general, ansioso de conocer esta milenaria ciudad prehispánica.

Uno de los hallazgos más importantes de la carrera del Señor Ortiz fue el descubrimiento del Templo VI, también conocido como El Templo de las Inscripciones.

Cuentan las anécdotas que una mañana del mes de abril del año 1951, Don José Antonio observó una protuberancia montañosa, muy distinta a las demás.  Le sorprendieron algunas paredes cubiertas de árboles y quedó perplejo al percatarse que se trataba de uno de los templos mayas totalmente desconocido en ese momento.

En el caso del Templo VI o de las Inscripciones, descubierto por Ortiz Contreras, dio lugar a un aporte especial para establecer los distintos fragmentos de la historia de Tikal.  En el respaldo de este edificio los arqueólogos detectaron una extensa franja con 128 jeroglíficos que permitieron detectar fechas de acontecimientos ocurridos durante el gobierno de Yaxkin Caan Chac.

Años después y siempre como integrante del equipo técnico del arqueólogo Shook, El Señor Ortiz hizo otro importante descubrimiento, al encontrar la estela 22 que aún permanece de pie en uno de los edificios del Grupo Q.  Este monumento posee un alto relieve con la efigie del Dios del Maíz, un personaje mitológico y de gran relevancia para estructurar la historia de Tikal.

1954 – Convencidos de la magnitud e importancia del proyecto Tikal, y su impacto en la historia de la humanidad, El Señor William Shook y Don Antonio Ortiz inician las gestiones oficiales para que el Gobierno de Guatemala desarrolle una ley que delimite el área del Parque Nacional Tikal, para su conservación. El plan original de delimitación del terreno se extendía hasta el Lago Petén Itzá, sin embargo, solamente se logró definir un área de 576 kilómetros cuadrados inalterables hasta  nuestros días.

Don José Antonio toma la iniciativa y viaja a la ciudad de Guatemala para entrevistarse con el presidente de aquel momento, Carlos Castillo Armas, con quien establece una estrecha amistad. El mandatario no solo le ofrece el apoyo para la creación del Parque Nacional Tikal sino también le ordena al Ejército Nacional que aporte sus aeronaves y vehículos que faciliten el desarrollo de la recién descubierta ciudad maya.

1955 – Gracias al compromiso de Don José Antonio con la exploración de Tikal y su acompañamiento al servicio de la labor arqueológica, el Señor William Shook, realiza una gestión importante con el Gobierno de Guatemala, solicitándole contrate de manera formal al Señor Ortiz como encargado de logística del campamento de exploración Tikal, liderado por representantes de la Universidad de Pensilvania.

La influencia del Señor Shook y de la institución a la que representaba, así como la buena reputación del Señor Ortiz hizo posible que en el mes de noviembre de dicho año, el Señor Gustavo Espinoza, representante del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, enviara una carta oficial a Don José Antonio, solicitándole su apoyo en esta importante iniciativa.

Las habilidades de Don José Antonio y su liderazgo nato, le permitieron hacerse cargo de uno de los proyectos más importantes de la historia de la arqueología moderna, acompañando al grupo de exploradores y científicos a cargo.  De esta manera inicia el campamento denominado “Proyecto Tikal”  del cual Don Antonio se convierte en administrador oficial.

Entre la vasta y misteriosa selva que rodea al sitio arqueológico, Don José Antonio construyó un campamento con 12 habitaciones para los arqueólogos del proyecto.  Dichas habitaciones han sido remodeladas recientemente, conservando su estructura y materiales, como un homenaje a los exploradores que las habitaron originalmente.

1956 – Con la visión que lo caracterizaba y su espíritu emprendedor, Don José Antonio descubre el potencial del área, e inicia la gestión para solicitar de manera formal, un terreno para la construcción de un hotel. En dicho año la Municipalidad del área y el Ministerio de Agricultura de Guatemala, le conceden oficialmente el terreno solicitado y el permiso para la construcción del hotel Jungle Lodge, iniciando gran parte de la historia que nos antecede hasta este momento.

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Pero la historia de un gran hombre estaría incompleta si no se toma en cuenta su núcleo familiar, su motivación y base.  Todo el aporte e iniciativas que Don José Antonio Ortiz brindó al mundo, tuvo la fuerza y amor de su esposa Aura Luz, con quién además de llevar un importante proyecto histórico, procreó a una familia hermosa, que heredó su inmensa pasión y respeto por el área.

Jungle Lodge es uno de los legados del abuelo José Antonio Ortiz, un lugar realmente espléndido que representa la pasión toda la familia en una misión de servicio y atención al público, que nos impulsa diariamente a dar lo mejor de nosotros. El hotel tiene más de 63 años de historia y su nacimiento tiene una relación directa con la exploración de Tikal, un honor que agradecemos día a día.

Somos sus hijos y nietos, quienes ahora tenemos en nuestras manos esta plataforma de convivencia, de servicio y de cuidado al entorno histórico y natural.  Seguimos todos los días orgullosos de llevar el apellido de nuestro patriarca y de mantener vigentes sus ideas, su trabajo y entrega.

¡Bienvenidos a nuestra casa, será un placer atenderle!